19/04/2025 - Edición Nº653

Opinión | 9 Aug 2023

Elecciones 2023

El discípulo y candidato a presidente

De formarse en la élite católica de San Isidro a ungirse ángel de los cartoneros como apóstol del Papa. Campaña en modo religiosidad popular y citas bíblicas entre ateos. Un rebelde nac&pop con banca celestial.


Por: Lucas Schaerer

    

 Periodista. Escritor. Analista de política nacional e internacional / @LSchaererOK

 

Juan, el joven. El pibe de los doce apóstoles. En la última cena es significativo. Se lo representa encima de Jesús. Con su rostro sobre su pecho. Como hacen los adolescentes con quienes tienen afecto. Son muy corporales. Cercano, al punto de ser cargoso, de tanto cariño. Sin protocolos y cálculos. Primerean con el corazón. Fue desde la Cruz que Jesús lo encarga a su madre. La Virgen María vivirá con él y él será su hijo, como fue Jesús. El único apóstol que se hace familia. El discípulo amado.

 

JUAN Y JORGE

Juan Grabois es el hijo político predilecto de Francisco, el primer Papa en llamarse como el santo más querido fuera del mundo católico, por su amor por los pobres y la naturaleza. Juan conoció a Jorge cuando era cardenal y lo vio predicar sobre los cartoneros. Entonces a él fue a pedir ayuda. El ángel de los cartoneros, el joven estudiante de abogacía con el pequeño círculo de amigos, necesitaba un respaldo celestial, mayor, un aliado de peso político, para encarar la titánica lucha por los derechos de los cartoneros, los excluidos que brotaron en la crisis del 2001.

Desde entonces Juan y Jorge se unieron. Pasaron 20 años. Fue la fe y la lucha por los sobrantes, los leprosos del siglo XXI. Ambos Grabois y Bergoglio construyen un nuevo humanismo. Francisco desde hace más de una década desde el sillón de Pedro, en el Vaticano, y allí demostró que no olvidó a los cartoneros. Fue en la ceremonia de asunción, el día de San José de 2013, que puso cerca de su altar a Sergio Sánchez. El primer cartonero en pisar suelo Vaticano de la historia. No cualquiera. Sánchez es el mismo que había parido con Juan el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). En Sergio de Villa Fiorito, la misma villa donde nació el D10S del fútbol, se representaban los descartados del mundo. Este cartonero representó en la Santa Sede la cara visible de los trabajadores que no tienen patrón directo, ni derechos. Un fiel representante del pueblo con ingenio por necesidad, que se vuelca a rescatar alimentos, ropa, electrodomésticos, y todo lo que sirve para sobrevivir en familia, todo lo que descarta la sociedad del consumo, tanto de los ricos como la clase media, aquella de los trabajadores con derechos, bajo convenio colectivo, que cobran un sueldo con recibo. Gracias a la realidad que discernía Bergoglio en Buenos Aires nació el concepto de “cultura del volquete”. Luego en el papado lo reconfiguró, para entendimiento mundial, en cultura del descarte. Fui testigo de esos encuentros del arzobispo con los cartoneros, en la Plaza Houssay, una de las paradas más grande cuando no había centros de reciclado. Por esos años, Bergoglio llevaba a la agenda mediática y política, las misas contra la trata y exclusión, en la Plaza Constitución, donde bendecía sus carros y aceptaba el cartón como ofrenda en la Santa Misa.

Desde entonces Juan trabaja y mucho con el Papa. Han organizado encuentros mundiales, tanto en el Vaticano como en Bolivia, con los movimientos populares. Para ponderar esa tarea, Bergoglio designó a Grabois miembro de uno de los ministerios de la Curia Romana. De hecho, ha escrito y participado de diversas obras, editadas tanto dentro de los muros vaticanos como fuera. La comunicación entre ellos, personal, telefónica y por correo electrónico, tiene muchos idas y vueltas en estos intensos años. Mucha confianza entre el viejo y el joven. Francisco se nutre, aprende de él, como le pasa a Juan. Aunque Jorge lo pastorea en fe y política. La edad hace la diferencia. Hablan de libros que cada uno lee y ha leído. Juan igual se cuida, no quiere quedar “que se cuelga de la sotana” ni que lo usen para perjudicar al Pontífice. Grabois no habla del tema a la prensa, ni muestra mails, menos fotos de sus encuentros en Santa Marta, la residencia comunitaria del Papa en el Vaticano. Este vacío informativo lo aprovechan algunos para decir que Juan no es recibido por el Papa hace años. No le perdonan, ellos creyentes, pero no misericordiosos, que no hizo campaña con el pañuelo celeste, aunque no está a favor del aborto, y encima mantenga en sus filas una joven legisladora de pañuelo verde.

En liderazgo político Juan declaró que su terminal política es el hombre de blanco y que en Cristina Fernández de Kirchner reconoce el liderazgo local, la figura política que más quieren los pobres, esos mismos que lo ungieron a él en la piedad popular, una fe distinta al catolicismo del Godspell College de San Isidro donde terminó la secundaria.

 

LARGADA ELECTORAL DEL DISCIPULO AMADO

Es en la fase superior de la primavera eclesial de Francisco que Juan se larga al lodo de la política electoral. No es cualquier momento. Es en el marco del regreso de Bergoglio a su patria. En el 2013, cuando fue el último cónclave, la novedad de la campaña electoral legislativa era el primer Papa argentino. Ahora lo que entusiasma en las redacciones del mundo y la política es que Bergoglio trabaja para volver a su madre tierra.

Aunque Juan no gane las próximas elecciones internas en Unión por la Patria -paradójicamente su contrincante es el candidato del peronismo más alejado del Papa- va a evidenciar cuanto de esa primavera eclesial de Francisco ha calado en la Argentina. Católico que hace política (“la más alta forma de caridad” definió San Pablo VI), joven, formado, de cuna sanisidrense, pero con opción preferencial en los pobres, es el candidato que une en su plataforma electoral las 3T: Techo, Tierra y Trabajo, con el mismo sentir de la iglesia en salida, que reivindica y sueña con hacer realidad los preceptos del Concilio Vaticano II.  

 

UNIDAD CON LA IGLESIA

La iglesia de Francisco caminando con los movimientos populares, con Grabois en un rol clave, lograron durante la presidencia de Mauricio Macri la ley de Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP). Esa fue la primera experiencia donde un organismo eclesial de relevancia local a internacional, como Cáritas, pateó las periferias con las pecheras que llevaban los logos de las organizaciones sociales para registrar las villas y asentamientos no registrados por el Estado Nacional. Esa experiencia logró una ley nacional y un programa que a nivel nacional dirige Fernanda Miño, una villera peronista, que fuera catequista en su barrio, La Cava de San Isidro. Ella, junto a Juano Torreiro, director de Culto del gobierno bonaerense, son los apóstoles de Grabois en la agrupación Patria Grande, que organizan a los militantes católicos nack&pop que agitaron la campaña “Juan23” (famoso en el mundo católico como el “Papa bueno”, hoy santo Juan XXIII, quien en su corto papado parió el Concilio Vaticano II).

Conocí a Miño y Torreiro, los apóstoles de Juan, en un salón de la iglesia Caacupé, en la villa 21/24, el frío sábado 15 de julio, el mismo día de la ceremonia para que asuma el nuevo arzobispo porteño. Allí me mostraba la funcionaria villera de su celular fotos de ella, sentada junto a su marido y un joven Jorge Ignacio García Cuerva (recientemente nombrado Arzobispo de Buenos Aires). “Jorge era un curita que se había mudado a La Cava y justo en diagonal a nuestra casa”, me reveló Miño con una sonrisa de oreja a oreja, luego vendría un Padre Nuestro delante de la imagen de la Virgen de Luján rodeada de afiches Grabois presidente y desde allí el dialogo entre militantes-creyentes. 

 

 EL THINK TANK DE ARGENTINA HUMANA

 

La Universidad Latinoamericana de las Periferias (ULPE) fue otra de las experiencias concretas que unió la iglesia de los villeros y los movimientos sociales. En youtube están colgadas los conversatorios que iniciaron en el 2021 y uno allí ve el trampolín que impulsó la dupla Juan Grabois y su vice, la socióloga Paula Abal Medina, una intelectual de las organizaciones sociales e hija de Juan Manuel, quien escribió el libro “Conocer a Perón” desde su rol como secretario general del Movimiento Peronista entre 1972 y 1974. En ULPE se ve la dupla presidencial moderados por el segundo al mando de la curia porteña y obispo villero, Gustavo Carrara.

Este es uno de los clérigos más queridos, por el Papa, sus pares y los creyentes a pie. Carrara junto al sacerdote Charly Olivero fueron padrinos de ULPE, donde otro de los protagonistas fue el secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), Esteban “Gringo” Castro, uno de los pocos referentes del Movimiento Evita en asegurar que votará en la PASO a la dupla Grabois/Abal Medina. En este think tank, o gabinete estratégico, las figuras eclesiales y política que expusieron van desde el actual titular del Dicasterio de la Doctrina de la Fe, el próximo cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández, pasando por la teóloga y secretaria de la Comisión para América Latina (CAL), Emilce Cuda, mezclándose con el ex presidente Evo Morales, entre otros. Muchos curas y obispos acompañan, sin mostrarse públicamente sólo en confianza con sus más cercanos, al joven apóstol del Papa argentino y jesuita. Mientras que aquellos que son porteños ven con simpatía a otro candidato de su mismo gremio. Eduardo Graham es el párroco, con licencia, a candidato a jefe de Gobierno por el partido Valores y Principios, de un templario de la fe y el peronismo como es el economista Guillermo Moreno.

 

LA ESTÉTICA DE PIEDAD POPULAR

  

El acto de lanzamiento de Grabois, en el microestadio de Ferro, reflejaba una estética de piedad popular. La entrada era una foto de Juan y detrás, fuera de foco, una imagen del “Gaucho Gil”, un santo popular. Ese 19 de mayo, un viernes lluvioso, en la tribuna, junto al secretario de Culto de Axel Kicillof estaban dos sacerdotes villeros, Toto De Vedia párroco en Caacupé de la 21/24, barrio porteño de Barracas, y Charly Olivero hoy en Villa Palito, partido de la Matanza, donde este viernes pasado Grabois estrenó “la graboneta”, una vieja camioneta pintada de celeste y blanco, que recorrió el corazón electoral del peronismo. Primero para encontrarse con La Colo -Patricia Cubría- candidata desde el Movimiento Evita y esposa de Emilio Pérsico, segundo del Ministerio de Desarrollo Social Nacional y líder del Evita, y cerró jornada en un club junto al actual intendente que busca su reelección, Fernando Espinoza, donde la Virgen de Luján fue colocada a los pies del escenario.

Otra señal de piedad popular, fue las pintadas. En distintas paredes del conurbano se ve a Juan cargando la imagen de la Virgen gaucha como un peregrino del pueblo. Esa pintada reproduce las imágenes de las últimas dos marchas-peregrinaciones del 7 de agosto, desde el Santuario de San Cayetano hasta el microcentro porteño, que empezaron en el 2016 con la resistencia al liberalismo de Macri y por la que los movimientos populares fueron bautizados “los cayetanos”. Fui testigo, la primera vez que Grabois con el barbijo puesto, era 2021, cuando se acercara a los laicos lujanenses de Misioneros de Francisco para cargar en sus hombros a la imagen de la Virgen patrona de la Argentina junto a su fiel custodio, el Negro Manuel, y cuando llegó a la Basílica de Flores inclinar su cabeza para recibir la bendición del cura.

 

LAS SEÑALES Y LOS PORTAVOCES

Hoy todo obispo que habla de los cartoneros parece ser un guiño al candidato más querido por el Papa. Desde Óscar Ojea este domingo, en la previa a San Cayetano, o Tucho Fernández desde la catedral de La Plata, donde su defensa de los trabajadores sin derecho encendió los aplausos de los peronistas y la tibia reacción de los militantes de Juntos por el Cambio. Más explícitos en impulsar a Grabois presidente son los sacerdotes rebeldes, del Grupo Opción por los Pobres (OPP), entre ellos Paco Oliveira Fuster, hoy en el oeste bonaerense de la diócesis de Merlo (aunque no abandona su fundación en la Isla Maciel, en el partido de Avellaneda), o Juan Carlos Molina, que se mueve entre el extremo sur, provincia de Santa Cruz, la Ciudad de Buenos Aires donde cada domingo hace dos horas de programa en Radio 10, en “rompiendo moldes”, y el Chaco viviendo la práctica cristiana con niños y adolescentes.

Desde las provincias la Argentina Humana ha sumado espacios militantes. Un caso es Corrientes, con algunos reconocidos militantes de la Democracia Cristiana local, como el médico y ex diputado nacional, Juan Marcópulos. También en los centros urbanos se está ensayando una unidad sui generis, entre militantes del evangelio, católicos con olor a incienso y sin experiencia política, junto a los ateos progres de clase media con estudios universitario atraídos por el rebelde del peronismo. Está por verse, falta menos de una semana, para saber si Grabois atrajo la confianza de los creyentes que lo escucharon en los reportajes dar citas o reflexiones bíblicas y exponer los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. También se verá cuantos peronistas son fieles a Francisco y no tanto a la disciplina del partido justicialista, y si pese al cerco mediático, más las picardías internas en Unión por la Patria y las difamaciones que desinforman, logra “Juan23” un buen caudal de votos que convierta a los pensamientos cerrados al Espíritu.

Juan Grabois tiene parresía. Esa audacia, coraje, que según los evangelios llegó con Pentecostés, la llegada del Espíritu Santo, que quitó el miedo del corazón de los apóstoles. Salir del encierro tras la crucifixión y la muerte de los poderosos sobre Jesús, lo logran con el Espíritu Santo. Se arriesgan. Salen de la lógica mundana del miedo. “No tengan miedo”, dijo Jesús. Y Grabois lo sabe, por eso se siente David frente a Goliath.

Veremos cuánta esperanza contagia Juan, el joven, el discípulo amado.

 

 

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