

Por: Redacción Noticias AM
La inmortalidad es esa condición utópica que cualquiera desearía alcanzar cuando el tiempo prestado en la Tierra llega a su fin. Y, aunque parezca increíble, hay quienes cumplen esa aspiración al dejar impresa su huella en la memoria y hasta en el corazón de los demás.
Ramón Valdés, “Don Ramón” para los seguidores del inolvidable programa “El chavo del 8”, fue un personaje dentro y fuera de la pantalla, convirtiéndose en una imagen icónica de varias generaciones que crecieron a su lado… aunque él ni siquiera lo supiera.
Esteban Valdés, hijo del histrión, recupera toda una vida de anécdotas, memorias, experiencias, luchas y un sinfín de situaciones en el libro “Con permisito, dijo Monchito”, como emotivo homenaje a la inmortalidad de su padre.
Entre remembranzas e historias de vida, aderezadas con humor e imágenes que enmarcan este tributo al legado artístico del único e irrepetible comediante, el autor siluetea al hombre de familia que parecía entrar y salir de un foro sin disfrazarse jamás, pues señala que era el mismo a cada instante: Ramón y Don Ramón eran un solo personaje.
La narrativa del libro de Esteban Valdés es mucho más que un texto escrito a manera de biografía; es en realidad un viaje nostálgico-fantástico a través de la vida y carrera de su padre, llevando al lector a visitar los rincones más reveladores dentro de la personalidad del entrañable “Monchito”.
Desde su infancia en México hasta su consagración como uno de los pilares fundamentales de la comedia mexicana, cada página de esta obra da testimonio del talento y la humanidad que caracterizaban al legendario actor. “Con permisito, dijo Monchito” es también una ventana desde donde Esteban nos permite echar un vistazo a su vida íntima en familia, con todos sus aciertos, errores, alegrías y sinsabores que vivió al lado de su papá, pinceleando el pasado y descubriendo facetas desconocidas de este artífice del humor mexicano.
La brecha entre el “Don Ramón” de la ficción y el Ramón Valdés de la vida real es finísima. Como si nos encontráramos disfrutando una sobremesa familiar, el autor nos cuenta las peripecias y ocurrencias del personaje, en un comparativo con el ser humano en su cotidianeidad afuera de los escenarios.
El libro nos dibuja la imagen de un padre profundamente amoroso y considerado, lo que no le impedía tener sus momentos de mal humor. Esteban Valdés describe al fumador empedernido que, a pesar de los estragos que el vicio iba dejando en su salud, nunca perdió el buen humor con que sacaba una sonrisa entre quienes se encontraban a su alrededor.
La inmortalidad, a fin de cuentas, sí se alcanza, y Don Ramón Valdés lo ha hecho infinidad de veces cuando su imagen se transmite por medios electrónicos, impresos, en souvenirs, en notas periodísticas y hasta de boca en boca. Esta obra es, además, un emotivo capítulo que cuenta una parte irrepetible de la historia de la comedia latinoamericana; es el reconocimiento amoroso y entrañable del legado que le permitió a “Don Ramón” trascender tanto generaciones como fronteras con su singular personalidad.
“Con permisito, dijo Monchito” es un conmovedor tributo al padre, al artista y al hombre excepcional que marcó un antes y un después en la narrativa del entretenimiento. Y eso hace inmortales, esta vez en librerías de América, a “Don Ramón”, a Ramón Valdés y, desde luego, al hijo de ambos, Esteban Valdés.